miércoles, 16 de enero de 2019

Fernando I de Castilla y León


Fernando I de Castilla y León



Fernando I de Castilla, llamado el Grande o el Magno.(1016-León, 27 de diciembre de 1065).
Fue conde de Castilla desde 1029 y rey consorte de León por su esposa Sancha, hermana de Bermudo III, desde el año 1037 hasta su muerte, siendo ungido como tal el 22 de junio de 1038.

Al morir su padre Sancho en 1035, Fernando recibió el pleno dominio de Castilla con título de rey, aunque mermado su territorio por el este y por el oeste en beneficio de Navarra y de León.

El conflicto con ambos reinos vecinos por recuperar los territorios perdidos le llevó a sendas guerras victoriosas, mediante las cuales consolidó y agrandó su reino recién nacido.


En la primera venció a los leoneses en la batalla de Tamarón (1037), en la que murió su rey; 
alegando los derechos de su esposa Sancha al trono leonés vacante, Fernando se hizo coronar rey de León en 1038, uniendo por primera vez las dos coronas.

A los dieciséis años de reinado, Fernando hubo de hacer frente a la guerra contra su hermano mayor, García III de Pamplona. 
Ambos hermanos llevaban años disputándose los territorios que su padre había segregado de Castilla  realizando constantes incursiones. 

Estando enfermo su hermano, lo visitó y Fernando aprovechó la ocasión para encerrarlo en el castillo de Cea, de donde escapó gracias a su astucia y a la ayuda de varios cómplices.

Castillo de Cea (León)
García se preparó entonces para la guerra, y con algunos musulmanes aliados invadió las tierras de Castilla; Fernando le salió al encuentro con un fuerte contingente, y ambos ejércitos se encontraron en la Batalla de Atapuerca librada en 1054.
Atapuerca (Burgos)


Fernando dio orden de capturar vivo a su hermano, porque así se lo había pedido su esposa Sancha
Pero los nobles de León, que no habían olvidado la muerte su rey Bermudo, acabaron con García





Fernando recuperó el cuerpo de su hermano y ordenó enterrarlo en la iglesia que éste había fundado, Santa María de Nájera.









Este rey jugó un papel fundamental en la política peninsular y en la configuración del mapa político del siglo XI.

Durante su reinado se introdujeron en la monarquía leonesa las nuevas corrientes europeístas llegadas a la península ibérica a través de Navarra. Entre ellas destacan su relación con la Cluny y algunas de las primeras manifestaciones artísticas del nuevo arte románico en la península: la cripta de San Antolín de la catedral de Palencia 


y el pórtico real de la Colegiata de San Isidoro de León (1063), convertida después en panteón real.

A partir de ese momento, se inició la política expansiva leonesa, sobre todo hacia los territorios musulmanes meridionales, muy debilitados por la división de al-Ándalus, tras la caída del Califato Cordobés y el surgimiento de numerosos reinos de taifas. 
Se reanudó así, y ya de forma definitiva y decidida, la Reconquista.

Uno de los principales resultados de la política de Fernando I fue el sometimiento de varios de los reinos de taifas y el cobro de las parias (impuesto por la protección y por no ser atacados) a las taifas más ricas, como Toledo, Sevilla, Zaragoza o Badajoz.




Respondiendo a los pactos acordados, Fernando I envió a su hijo, el infante Sancho, en ayuda de al-Muqtadir, rey taifa de Zaragoza, cuando la plaza de Graus se vio atacada (1063) por Ramiro I de Aragón, su hermanastro, que fue derrotado y muerto.





Posteriormente continuó hacia Valencia, donde su rey Abd al-Malik ben Abd al-Aziz al-Muzaffar Nizam al-Dawla, tras resistir el asedio de la ciudad, plantó lucha en la batalla de Paterna, donde acabó derrotado. 






Al poco, Fernando I se sintió enfermo y ordenó la vuelta a León.

Fernando I llegó a León el día de Nochebuena de 1065 y su primera visita fue para la iglesia de San Isidoro, encomendándose a los santos para que le auxiliaran en su tránsito a la otra vida.

A su muerte, en vez de respetar el derecho visigodo y leonés que impedía dividir las posesiones reales entre los herederos, siguió los principios jurídicos navarros de considerar al reino como un patrimonio familiar. 
Así, de forma similar a cómo hiciera su padre con él y el resto de hermanos y hermanastros, repartió en su testamento sus territorios entre todos sus hijos.

En 1032 contrajo matrimonio con Sancha de León, hija de Alfonso V de León y hermana de Bermudo III de León. De esta unión nacieron:


Urraca de Zamora (1033–1101), señora de Zamora.
Elvira de Toro (1038-1099), señora de Toro.
Sancho (1038/1039–1072), rey de Castilla como Sancho I, y de León como Sancho II (1065–1072).
Alfonso (1040/1041–1109), rey de León (1065–1072), Castilla y Galicia (1072–1109), como Alfonso VI.
García (1042–1090), rey de Galicia (1066–1071 y 1072–1073), como García II.


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AL MISMO TIEMPO EN ARAGÓN

Ramiro I de Aragón es considerado como el primer rey de Aragón.
Hijo de Sancho el Mayor de Pamplona y de Sancha de Aibarcontrajo matrimonio con Ermesinda de Aragón, una hija de Bernardo Roger de Foix.

En 1045, a la muerte de su hermano Gonzalo, se anexionó los condados de Sobrarbe y Ribagorza que correspondía regir a su hermano García unificando así los tres condados, junto con el de Aragón, que iban a formar el nuevo reino.

Ramiro había sido el primer varón nacido de Sancho el Mayor pero era un hijo natural, fuera del matrimonio legítimo, con lo que quedó apartado de la primogenitura. 
Sin embargo nunca se consideró hijo bastardo.

Recibió la fidelidad de los condes, barones y señores aragoneses en los que apoyó su autoridad. 
Aunque él mismo no se tituló rey, sí lo hicieron sus coetáneos, en documentos tanto aragoneses como navarros y castellanos.

Sentó las bases del que sería el Reino de Aragón garantizando la sucesión de su linaje al casar con Ermesinda.





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